A través de la vacunación, detección y tratamiento, el cáncer cervicouterino se puede prevenir casi al 100%. Sin embargo, este cáncer sigue cobrando la vida de 340.000 mujeres y personas con cáncer cervicouterino cada año. En Perú, mueren más mujeres por cáncer cervicouterino que por cualquier otro tipo de cáncer, dejando a veces a niños pequeños en orfandad, con graves consecuencias para la familia y la comunidad. Pero hay esperanza. La colaboración para llevar la autotoma de muestras de VPH incluso a las aldeas más remotas del mundo está empoderando a las mujeres para hacer frente a esta enfermedad.
En la vasta extensión de la Amazonía peruana, Rosana Maldonado, madre y agricultora de yuca, comienza su viaje. Dirigiendo su pequeña embarcación hacia la Comunidad El Salvador, la impulsa el propósito de participar en un nuevo enfoque de detección de una infección que puede causar cáncer cervicouterino.
El virus del papiloma humano, o VPH, es la causa de la mayoría de los casos de cáncer cervicouterino, que mata a más mujeres que cualquier otro tipo de cáncer en Perú. Un cambio es desesperadamente necesario.
La historia de coraje y esperanza de Rosana es simbólica de las decenas de mujeres que se reunieron en el 'tambo' del pueblo, un lugar de encuentro tradicional inca. Aquí, en esta comunidad de 450 habitantes que viven sin agua corriente ni electricidad, las parteras viajaron durante horas en bote para enseñar a las mujeres cómo recolectar sus muestras vaginales para la prueba de VPH.
Rosana y otras mujeres han aceptado este nuevo método que les permite recolectar su propia muestra con un simple hisopo de algodón. Los profesionales de la salud enfatizan su simplicidad y privacidad para superar barreras comunes que incluyen el acceso, el miedo, un historial de trauma y el estigma social.
Más del 80% de las mujeres en este programa piloto han preferido este método de autotoma en lugar de los procedimientos de detección tradicionales. Esto es un testimonio del diseño del programa, que se enfoca no solo en la detección, sino también en las vacunas vitales contra el VPH para niñas y niños, que es el primer paso en la prevención temprana.
Esta iniciativa es más que una simple intervención médica. Es un cambio hacia el empoderamiento, donde las mujeres pueden tomar el control de su salud. El éxito de Rosana y su comunidad al adoptar y difundir este innovador método de recolección para la detección del VPH brinda esperanza para Perú, donde seis mujeres mueren diariamente a causa del cáncer cervicouterino.
Rosana es una de las 300,000 mujeres peruanas que se han sometido a esta prueba a través de un esfuerzo colaborativo entre el Ministerio de Salud de Perú, organizaciones gubernamentales, defensores de pacientes y otros grupos, incluyendo a Roche, con la autotoma del VPH como estrategia principal para ampliar el acceso.
Si bien aproximadamente el 15% de las mujeres han dado positivo en la prueba del VPH, se espera que para fines de 2023 más del 4% hayan dado positivo en la infección por VPH de alto riesgo que es más probable que conduzca al cáncer cervicouterino, según el Ministerio de Salud. Estas madres, hermanas, parejas y amigas disponen ahora de la información que necesitan para evitar llegar a desarrollar cáncer cervicouterino.
Como parte de la iniciativa más amplia para eliminar el cáncer cervicouterino, las colaboraciones han sido cruciales. El esfuerzo conjunto no solo ha permitido la capacitación de miles de trabajadores sanitarios peruanos, sino que también ha transformado la forma en que se previene y trata el cáncer cervicouterino. Esta colaboración representa un modelo potencial para otros países que enfrentan desafíos de salud similares, destacando la importancia que tienen la accesibilidad, la educación y el empoderamiento en la prevención de enfermedades.
El impacto es claro y profundo. Para mujeres como Rosana, quienes navegan no solo los ríos físicos de la Amazonía, sino también contra la corriente en lo que se refiere a acceso e información de salud, este programa no se trata solo de prevenir enfermedades. Representa un futuro más prometedor para sus familias y un cambio duradero en sus comunidades.
“A mí me fue muy bien'', dijo Rosana sobre su experiencia. "Me siento contenta y feliz de poder llevar el mensaje a las demás madres para que se hagan estas pruebas".
En este viaje para acabar con el cáncer cervicouterino, tanto si se trata de una mujer que aprende a realizar su autotoma, como de un trabajador sanitario que recorre kilómetros para brindar educación, cada paso teje una historia más amplia de esperanza y resiliencia. Una que se desarrolla a través de las remotas aldeas de Perú, llevando un mensaje que resuena en todo el mundo: cuando se empodera a las mujeres para tomar el control de su salud, los cimientos de una comunidad se vuelven indiscutiblemente fuertes.